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Complejo Huentelauquén: primeros habitantes costeros de Antofagasta

Solapas secundarias

Ambiente de los grupos Huentelauquén, 12.000 años atrás


El Complejo Huentelauquén se despliega extensamente por el litoral nortino chileno, y sus evidencias otorgan elementos respecto de los cambios en el ambiente y clima durante el Arcaico temprano.

La Chimba 13 se ubica en la costa árida, territorio que experimentó transformaciones ambientales a causa de la transición entre Pleistoceno y Holoceno, cuando los grupos Huentelauquén lo habitaron.

La estratigrafía del sitio reveló que fue ocupado en 2 momentos, que dan cuenta de las diferencias climáticas en la zona:

  • Del 8280 al 8120 a.C.: improntas o marcas de raicillas en los restos óseos, la presencia de un roedor y el tipo de semillas, indican que hubo un clima más húmedo que posibilitó crecimiento de vegetación sobre la duna, además de probablemente humedales o marismas.
  • Del 7680 al 7400 a.C.: el tipo de semillas asociadas a suelos más firmes y menos húmedos, indicarían que comenzaron a experimentarse condiciones de aridez similares a las actuales, que impidieron el desarrollo de una cubierta vegetacional (Llagostera et al., 2000).

Indicadores en las conchas de locos o Concholepas concholepas muestran que "la temperatura de las aguas litorales durante la mayor parte de la ocupación del sitio era 4°C inferior a las actuales y, posiblemente, más frías aún durante el primer evento ocupacional" (Llagostera et al., 2010: 474), lo que se relaciona con procesos de mayor precipitación y formación de dunas en la región.

Las condiciones oceanográficas no habrían sido tan distintas a las actuales, pues la mayoría de las especies de moluscos y peces registrados en La Chimba 13 subsisten hasta hoy en el litoral (Llagostera et al., 1997).

La presencia de peces de aguas cálidas podría deberse a alteraciones temporales, como la corriente El Niño.

En aquel período el norte semi-árido también experimentó mayor pluviosidad y un clima más frío y húmedo, con un aumento en la desertificación e instalación de las condiciones ambientales actuales en ambas zonas hacia el final de las ocupaciones Huentelauquén (Llagostera et al., 2000; Jackson et al., 2012).

Estudios del relieve y fondos marinos realizados en la bahía de Taltal indican que la línea costera a fines del Pleistoceno estuvo al menos 1.5 kilómetros hacia el interior (Salazar et al., 2013). El posterior derretimiento de hielos provocado por el incremento de la temperatura propio del Holoceno temprano, implicó que el mar alcanzara los niveles actuales.

Muchos sitios arqueológicos previos al 10000 a.C. representativos de los grupos costeros de fines del Pleistoceno probablemente están bajo el agua por esta razón (Jackson et al., 2012; Salazar et al., 2013), y sus pesquisas son posibles gracias a la arqueología subacuática.

Estos cambios se inscriben en los procesos de la transición entre dos edades geológicas:

  • Pleistoceno: entre 1.8 millones y 11500 años atrás, se caracterizó por grandes glaciaciones, cambios en la geomorfología del planeta, y la aparición de la especie humana.
  • Holoceno: época actual que comenzó hacia 11500 años. Aumentos en la temperatura llevaron al derretimiento de hielos e incremento en el nivel del mar. Si bien hay cierta continuidad en la flora y fauna, se ha modificado progresivamente su distribución espacial.

El poblamiento americano habría sido posible por la última gran glaciación de fines del Pleistoceno, que conectó Asia y América por el norte, lo que habría permitido el paso de grupos humanos.

En la transición entre ambas épocas ocurrieron las primeras ocupaciones de este continente (Núñez et al., 1994) así como la extinción de un gran número de especies animales, como la megafauna (Frassinetti y Alberdi, 2005).

Las evidencias del complejo Huentelauquén dan elementos para comprender estos procesos, en tanto los asentamientos tempranos de grupos altamente adaptados al mar plantean la idea del poblamiento sudamericano a lo largo de la costa Pacífico (Jackson et al., 2011, 2012).

Hallazgos en las últimas décadas refuerzan este modelo, pero los sitios de fines del Pleistoceno en las costas de Perú y de Chile no se han estudiado lo suficiente y son aún escasos como para resolver esta discusión, lo que guarda relación con la probable locación bajo el mar de estas ocupaciones tempranas (Sandweiss, 2008).

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