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Vertedero Municipal de Antofagasta: pescar y fumar en el pasado prehispánico

Solapas secundarias

Consumo de alucinógenos y prácticas fumatorias en la costa árida


Las tabletas de madera y pipas halladas en el cementerio del Vertedero Municipal de Antofagasta dan cuenta del consumo de alucinógenos y prácticas fumatorias de los pescadores cazadores recolectores del período Formativo en el litoral nortino.

Las dos tabletas analizadas corresponden al ajuar de un individuo femenino juvenil cuyo estudio arrojó coincidencias con cebil o Anadenanthera colubrina, leguminosa endémica a zonas neotrópicas, presente en los Andes centrales y Andes del sur hasta los 2100 metros de altura.

Sus vainas contienen alcaloides indólicos que cuentan con actividad psicoactiva. Están presentes en diversos compuestos naturales de origen vegetal o animal, terrestres y marinos (Gili, Espinoza y Villagrán, 2009).

Las semillas se tostaban, molían y en ocasiones se acompañaban de carbonatos provenientes de concha molida para activar sus propiedades alucinógenas (Gili, Espinoza y Villagrán, 2009: 43).

El origen de la madera de las tabletas no pudo ser confirmado por cuestiones de conservación. Probablemente se construyeron con el mismo cebil, chañar o algarrobo, materiales duros y abundantes en la zona (Sepúlveda 2006; Gili, Espinoza y Villagrán, 2009).

Tubos óseos, textiles de fibra de camélido, cajitas y contenedores de madera forman parte también de los complejos alucinógenos registrados en el cementerio Vertedero.

Consumo de alucinógenos en el Chile prehispánico

Las tabletas de madera encontradas en entierros fueron descritas como objetos de ofrenda funeraria por Latcham en el libro Los Changos (1910) sin comprender del todo su funcionalidad.

Su uso esnifatorio o inhalatorio para consumo de alucinógenos fue descrito posteriormente, y corroborado con estudios etnográficos.

En sus Relaciones de 1851, Pedro Sotelo de Narváez narra la inhalación de alucinógenos por parte de las poblaciones prehispánicas: "Toman por las narices el sebil[sic], que es una fruta como vilca; hácenla[sic] polvo y bébenla[sic] por las narices" (1851(II): 152).

Del 2130- 2080 a.C. son las evidencias más antiguas del uso de estas semillas, vinculadas a pipas del sitio inca Cueva en la puna de Jujuy, Argentina, a 3.860 metros de altura (Fernández, 1980).

Se les asocia con cajas de madera y tubos hallados en ajuares funerarios en el litoral norte chileno, San Pedro de Atacama y noroeste argentino (Torres, 1986; Sepúlveda, 2006; Gili, Espinoza y Villagrán 2009).

Esta parafernalia inhalatoria se ha encontrado en bolsas textiles en éste y otros contextos arqueológicos, con artefactos como:

  • Pequeños morteros
  • Espinas de cactus
  • Espátulas de madera
  • Cucharas de madera
  • Estuches de cuero para guardar las plumas usadas en la limpieza de los tubos (Sepúlveda, 2006).

Pipas para fumar

En el cementerio Vertedero se encontraron 2 pipas asociadas a un individuo juvenil femenino y otras 2 a un pre-adolescente masculino (Carrasco et al., 2015).

Todas ellas fueron realizadas sobre piedra pulida, probablemente combarbalita, en forma de T invertida, características de la cultura El Molle.

Producto de los análisis realizados sobre las pipas, se comprendió cómo las utilizaban los antiguos habitantes de la costa de Antofagasta.

La identificación de microcarbones y daños asociados a fuego o calcinamiento en las 4 pipas, confirmó que todas se usaron para fumar (Carrasco et al., 2015).

Pero, ¿qué fumaban?:

En 2 de las pipas se notó evidencias de Nicotiana sp., gramíneas como maíz o cebada o avena, además de fitolitos en una y yuca o Manihot esculenta en otra.

En las otras 2 se hallaron microfósiles sin identificar su especie. Al no presentar nicotina, aluden a la práctica y valoración del fumar como actividad en sí misma.

La muestra de cabello obtenida del individuo femenino no arrojó alcaloides pero sí nicotina.

Consumo de tabaco en el Chile prehispánico

Entre Antofagasta y Chañaral se encuentra tabaco cimarrón o Nicotiana Solanifolia, planta endémica localizada en los 0 a 1000 metros de altura de la franja costera humedecida por la Camanchaca.

Esto permitiría el acceso directo a Nicotiana pero sin eliminar la posibilidad de abastecimiento mediante intercambio, por ejemplo con zonas más altas.

A comienzos del período Formativo, las pipas "alcanzaron una gran dispersión geográfica desde San Pedro de Atacama por el norte hasta el seno de Reloncaví por el sur" (Westfall, 1993-1994: 150).

Tabaco, coca, yerba mate y cebil se cuentan entre los productos con alcaloides, y cedrón, maíces y algodón entre aquellos sin alcaloides que eran fumados en el pasado.

El consumo de tabaco en pueblos prehispánicos es conocido, pero su ingestión vía fumatoria no es exclusiva; en San Pedro de Atacama también se masticaba. Este provenía directamente de quebradas como Socaire y Talabre, de salares altoandinos (Pajonales y Aguas Calientes) y lagunas altiplánicas (Miscanti y Tuyaito).

En el norte de Chile, aparecen pipas de cerámica por el 200- 400 d.C. en San Pedro de Atacama. Desde Antofagasta al sur por el litoral desértico se han hallado pipas de piedra vinculadas a la Cultura El Molle del norte semi-árido, ubicada entre los 0- 600 d.C.

En otros contextos arqueológicos se han registrado acompañadas de plumas para limpieza de los tubos y bolsas textiles.

En la zona sur del país, la importancia de esta actividad redunda en que la "práctica de fumar perdura hasta tiempos coloniales e incluso republicanos" (Westfall, 1993-1994: 150).

La extensión espacial y temporal del consumo de tabaco y cebil reafirma la "existencia de rutas de intercambio entre la costa de Chile, las punas, valles altiplánicos del Noroeste de Argentina y Suroeste Bolivia" (Gili, Espinoza y Villagrán, 2009: 55).

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